sábado, 30 de junio de 2007

A segunda

Cuentan que Rafael El Gallo, después de salir por la puerta grande de la plaza de toros de La Coruña, se despidió a toda prisa de los aficionados para tomar el tren a Sevilla. El gerente del hotel más lujoso de La Coruña le ofreció una habitación para hospedarse y disfrutar esa noche del triunfo. “Maestro, le dijo, cómo se va a ir Vd. para Sevilla con lo lejos que está Sevilla de La Coruña”. Entonces Rafael El Gallo le torció la mirada y le contestó serio: “Sevilla está donde tiene que estar, la que está lejos es La Coruña”. Y todavía tiene razón. Porque Sevilla está en su sitio: con dos equipos de fútbol en primera, uno en la tierra y el otro en las nubes. Córdoba es la que no está en su sitio. El rango de una ciudad no lo mide su renta per capita, ni su tasa de desempleo o de ocupación hotelera. No. El rango de una ciudad lo mide su nivel deportivo. Una ciudad existe universalmente cuando alguno de sus equipos disputa una competición de élite. ¿Por qué se conoce Ciudad Real? Porque es campeona de Europa de balonmano; Almería de Voleibol; Málaga ha ganado la liga, la copa del Rey y ha jugado la Final Four de Baloncesto… A este mismo rango pertenecen ciudades como Valladolid, Badalona, Fuenlabrada, León, Murcia… Pongamos las cosas en sitio y reconozcamos que Córdoba aún no está en el suyo. Córdoba es una ciudad cuántica. Una ciudad que está y no está a la vez. Que si se encuentra en el tiempo, se pierde en el espacio y a la inversa. La única ciudad de España en la que todos los partidos políticos perdieron las elecciones y que tiene a un cargo municipal con nombre de empate. Pero ayer volvimos al camino. Que suenen las campanas. Campanas las de la torre, torre de la Catedral. Toca Campanero, campanero toca. Que ya nos queda menos para encontrar nuestro sitio.

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